Hoy ha pasado un mes desde cuando entré de nuevo al régimen South Beach. Para los que no saben bien lo que es, South Beach es el estilo de vida basado en la selección de productos alimentarios con bajo índice glucémico (IG). Cuando consumimos ciertos alimentos, los carbohidratos que ellos contienen se digieren y absorben con una velocidad diferente. Así, los azucares y glúcidos simples, tales como sacarosa, producen respuestas muy rápidas: la glucosa se libera con más velocidad y cae mucho antes, por lo cual, aumenta la necesidad de comer. South Beach tiene varias fases, pero es relativamente simple y fácil de entender. Si tuviera que resumirla en una frase: comemos proteinas y alimentos con bajo IG (con bajo, cuanto más bajo, mejor, pero que no superen jamás 50). En South Beach el desayundo ideal sería un yogurt de soja (20) con almendras (15), carne cocida de pollo (0) con brócoli (15) para lunch, cerezas (25) con chocolate negro de más de 70% de cacao (25) de postre, y pescado (0) con ratatouille (20) para cenar. En la página web de Montigniac se puede buscar un alimento por el índice glicémico así que si os interesa saber los detalles de IG de los productos, os recomiendo mucho la página. Creo que el hecho de entender que lo que engorda realmente son los carbohidratos y no las grasas ha sido lo que mejor ha impactado a mi forma de pensar sobre dietas y, también, como que no, la salud y la figura. He estado en South Beach varios meses hace años y he conseguido a bajar un volumen increíble de peso, el cual jamás recuperé. Sin embargo, el sedentarismo de una friki de digital y la facilidad de pedir pizza versus cocinar pollo al vapor me han hecho abandonar el camino correcto y volver a las manos del mal alimentario. Hace un mes, tras sentir una necesidad increíble de comer dulce de cualquier tipo, he decidido volver a los brazos de South Beach. Aquí os dejo mis descubrimientos: 1) El organismo no necesita tantos carbohidratos como parece: de hecho, puedo vivir muy bien solamente consumiendo los buenos carbohidratos y proteinas. No necesitamos ni pan blanco, ni patatas, ni tampoco arroz para sobrevivir. Los legumbres, verduras y carnes son más que suficientes. 2) Comiendo productos con bajo IG no se siente la necesidad de echar siesta después de comer: como evito azucares y los saltos de insulina, tampoco tengo sueño al terminar de comer. 3) Desayundando solo huevos tengo menos hambre y me siento bien durante más tiempo que si desayuno huevos con pan: comprobado. 4) Se puede comer sano y rápido en la oficina: eso sí, tengo siempre yoghurts, nueces y derivados al alcance, para no quedarme con hambre demasiado tiempo. 5) Es fácil elegir productos buenos y hacer un lunch en el trabajo al estilo South Beach: incluso eligiendo productos preparados de los que vende la mayoría de supermercados (en Montcada tengo el Consum al alcance, pero cualquiera sirve). 6) Cuando sales a comer fuera, en la mayoría de menús de restaurantes es posible elegir tanto entradas como segundos de bajo IG: además, en la mayoría de sitios puedes pedir sustituir las patatas fritas con ensalada (aunque últimamente me pasó en Tommy Mels que no querían hacerlo. Me acordé de tiempos de gestionar situaciones similares y pensé "Tienes suerte que no soy tu manager. Por el coste que esto supone y la imagen que das a un cliente que, además, está acostumbrado a no encontrar estos problemas en sitios como Ribs o Fosters Hollywood (-competencia-), es una muy mala decisión..."). Aquí unos ejemplos de cenas a la South Beach de comida Americana, Mexicana y Thai. Totalmente recomiendo leer el libro de Arthur Agatson The South Beach Diet si todavía no la habéis leído (está en versión en castellano también), sobre todo si os sentís fisicamente cansados y tenéis poco tiempo para preparar alimentos sofisticados y medir exactamente las cantidades de comida. Lo importante es saber que South Beach es más un estilo de vida, así que el cambio es lento, pero eficaz.
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April 2016
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